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Lecturas y Evangelio de la Víspera

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

PRIMERA LECTURA

Del primer libro de las Crónicas: 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2

Introdujeron el arca de la alianza y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado.

En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca de la alianza al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas. Éstos cargaron en hombros los travesaños sobre los cuales estaba colocada el arca de la alianza, tal como lo había mandado Moisés, por orden del Señor.

David ordenó a los jefes de los levitas que entre los de su tribu nombraran cantores para que entonaran cantos festivos, acompañados de arpas, cítaras y platillos.

Introdujeron, pues, el arca de la alianza y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron a Dios holocaustos y sacrificios de comunión, y cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 131

R/. Ven, Señor, a tu morada.

Que se hallaba en Efrata nos dijeron;
de Jaar en los campos la encontramos.
Entremos en la tienda del Señor
y a sus pies, adorémoslo, postrados. R/.

Tus sacerdotes vístanse de gala;
tus fieles, jubilosos, lancen gritos.
Por amor a David, tu servidor,
no apartes la mirada de tu ungido. R/.

Esto es así, porque el Señor
ha elegido a Sión como morada:
Aquí está mi reposo para siempre;
porque así me agradó, será mi casa. R/.


SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 15, 54-57

Nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 27-28

¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno!

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: "¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!" Pero Jesús le respondió: "Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".

Palabra del Señor.




COMENTARIO

SAN AGUSTÍN (354-430), OBISPO DE HIPONA (ÁFRICA DEL NORTE) Y DOCTOR DE LA IGLESIA. SERMÓN SOBRE EL EVANGELIO DE MATEO, N° 25, 7-8 ; PL 46, 937 (TRAD. BRÉVIAIRE 21/11)

DICHOSA LA MADRE QUE TE LLEVÓ EN SUS ENTRAÑAS

Atiende a lo que dice Cristo, el Señor, extendiendo la mano hacia sus discípulos: " He aquí mi madre y mis hermanos ". Y luego: " El que hace la voluntad de mi Padre, que me envió, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre " (Mt 12,49-50). ¿ Acaso la Virgen María no hizo la voluntad del Padre, ella que creyó por la fe, que concibió por la fe?... Santa María hizo, sí, la voluntad del Padre, y por consiguiente... María fué bienaventurada, porque, antes de dar a luz al Maestro, lo llevó en su seno.

Ved si lo que digo no es verdad. Cuando el Señor pasaba, seguido por la muchedumbre y haciendo milagros, una mujer se puso a decir: "¡Feliz y bienaventurado, el pecho qué te llevó!" ¿ Y qué le replicó el Señor, para evitar que se coloque la felicidad en la carne? "¡ Feliz más bien aquellos qué escuchan la palabra de Dios y la cumplen!". Pues, María es bienaventurada también porque oyó la palabra de Dios y la cumplió: su alma guardó la verdad más, que su pecho guardó la carne. La Verdad, es Cristo; la carne, es Cristo. La verdad, es Cristo en el corazón de María; la carne, es Cristo en el seno de María. Lo que está en el alma es más que lo que está en el seno. ¡Santa María, bienaventurada María!...

Pero vosotros, queridísimos, mirad:vosotros sois miembros Cristo, y sois el cuerpo del Cristo (1Co 12,27)... « El que escucha y hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana, mi madre"... Porque sólo hay una herencia. Y es por eso que Cristo, aunque era el Hijo único, no quiso ser único; en su misericordia, quiso que fuéramos herederos del Padre, que fuéramos herederos con Él (Rm 8,17).